Época: Civilización helenís
Inicio: Año 323 A. C.
Fin: Año 200 D.C.

Antecedente:
Civilización helenística
Siguientes:
Formas de dependencia
Esclavos y libres
Conflictividad social



Comentario

La originalidad de la sociedad helenística se basa en su diversidad, al intentar integrarse, bajo un sistema intencionalmente unificador, un conjunto de pueblos de tradiciones distintas. En gran medida, se trató de conservar en cada caso las estructuras existentes en los territorios conquistados, pero necesariamente había que contar con un elemento nuevo formado por los griegos, cuyos rasgos sociales se habían modificado en contacto con los macedonios. De hecho, nunca se produjo una auténtica unificación. Las estructuras indígenas basadas en las aldeas perduraron en el mundo oriental y en Egipto. La superposición llevada a cabo por los estados helenísticos no variaba en gran manera de la que se operaba en los estados despóticos. Ahora, los sectores dirigentes estaban formados mayoritariamente por helenos y macedonios, aunque de modo habitual quedaban integradas las clases dominantes de las antiguas monarquías. Sin embargo, los miembros de éstas tomaban, en ocasiones conflictivas, la determinación de sumarse o encabezar movimientos secesionistas o rebeldes, manifestación de descontento colectivo generalmente encauzado como movimiento étnico.
El panorama resultaba, de este modo, variado por diferentes conceptos. En primer lugar, el mundo helenístico en su conjunto estaba formado por territorios donde habitaban pueblos diferentes, en algunos de los cuales la población griega resultaba numéricamente superior, pero en otros era mayor el número de la población identificada como bárbara. Dentro del campo occidental, los macedonios experimentaban un proceso creciente de helenización, porque se asentaban en ciudades que imitaban a la polis griega y porque ésta dejaba de ser independiente para pasar a tener sentido sólo como modo de encuadramiento de poblaciones pertenecientes a un estado monárquico de amplia base territorial. Por otra parte, griegos y macedonios habían emigrado a los territorios orientales y se habían asentado en colonias que imitaban las instituciones y las prácticas griegas, pero vivían en el aislamiento entre poblaciones bárbaras, en relaciones a menudo tensas. También era posible que las prácticas orientales se introdujeran en las comunidades procedentes de Grecia y que los sistemas sociales tendieran en esos momentos a homogeneizarse, sobre nuevos fundamentos creadores de la unidad helenística como mosaico de la diversidad. La integración de griegos y bárbaros crea una nueva unidad donde las relaciones sociales llegan a prescindir parcialmente de los fundamentos étnicos, sólo conservados como tales en función de su capacidad productiva en las relaciones de explotación del trabajo.

Las diferencias étnicas más duraderas fueron las que respondían a la distribución territorial, encajadas en las fronteras de los reinos, que perduran aún después de la caída de éstos bajo el poder romano. Con ello se estructuraba la nueva ecúmene, fronteriza con los bárbaros, objeto de conquistas territoriales y capturas bélicas, cuando la república en expansión conseguía reconstituir el sistema de la esclavitud que se alimenta de la guerra y transforma al cautivo en mercancía. También las ciudades se conservaron como centros de discriminación, donde los griegos mantenían sus costumbres y pretendían que su superioridad cultural se interpretara como superioridad natural y se tradujera en privilegios políticos y económicos.